La increíble abadía de Valmagne

Hoy nos dirigimos a Villeveyrac. Vamos a descubrir la "catedral de los viñedos"...

  •  - © Régis Domergue
Tras tomar una sinuosa carretera rural, llegamos a Villeveyrac y vemos el imponente edificio levantado en medio de la vegetacion y los viñedos. Cuanto más nos acercamos, más pequeño me siento ante tanta grandeza. Estoy deseando descubrir qué hay detrás de estas viejas piedras.
  •  - © Regis Domergue
  •  - © Régis Domergue
Al entrar en la abadía, nos encontramos rápidamente en la nave. Me deja sin aliento. Su tamaño, su arquitectura gotica y la altura de su bóveda crean una atmósfera que impone respeto. Y no estamos al final de las sorpresas: a lo largo de los pasillos de la nave hay barriles de vino, grandes barriles de varios cientos de hectolitros. Entonces comprendemos que la historia de la abadía está estrechamente ligada a la de las viñas que vimos a nuestra llegada.
A continuación, la visita nos lleva a un claustro formado por cuatro galerías, donde la luz penetra desde el jardin de la abadía. Caminamos unos metros más y nos encontramos frente a una pequeña maravilla, una magnífica fuente sobrepasada por una cupula abierta, por la que trepan vides. Decidimos sentarnos un momento para disfrutar de la belleza y la tranquilidad de este lugar...
  •  - © Régis Domergue
  •  - © Régis Domergue
  •  - © Régis Domergue
  •  - © Régis Domergue
Nuestra visita termina con una degustacion de los vinos de la abadía. Nos enteramos de que el viñedo, creado por los romanos y gestionado después por los monjes cistercienses, es ahora gestionado por la familia. ¡Una bonita anécdota que no dejaremos de contar a nuestros amigos durante nuestra próxima comida, descorchando una botella que nos recordará nuestras vacaciones al sol!
Mientras salimos de la abadía para volver a nuestro coche, no puedo evitar mirar el mapa del caserio, situado a pocos metros del monumento. Se me hace la boca agua... Todos los productos son frescos y se cocinan in situ, con ingredientes de temporada, de granja y locales. La excusa perfecta para volver a la abadía durante nuestra próxima estancia en el archipiélago de Thau.